Beethoven (Bonn 1770/Viena 1827) fue quizá el compositor más grande de todos los tiempos, y aunque dotado con un impresionante talento para la música, su vida fue una lucha contra la adversidad.
Su padre también músico, vio la genialidad en Beethoven desde que era un niño, y pretendió hacer de él un prodigio como Mozart. Lo encerraba durante horas en una habitación y le obligaba a sesiones interminables de estudio, sin dejarle salir para nada, y tratándolo de malas maneras cuando se equivocaba en sus tareas. A los ocho años ya dio su primer concierto.
Su madre murió joven debido a la tuberculosis y la mala alimentación, ya que su padre se gastaba todo el dinero del presupuesto familiar en alcohol, por lo que él, tuvo que hacerse cargo de sus hermanos. Su padre acabo muriendo alcoholizado en la calle.
Beethoven consiguió vivir de su música. Los últimos 35 años de su vida los paso en Viena. La aristocracia austriaca avergonzada de que Mozart hubiera muerto en la pobreza le asignó una pensión anual. Los editores se diputaban sus obras y ya no fue necesario que siguiera dando recitales ni clases de piano para poder sobrevivir, por lo que se dedicó de lleno a la composición.
A los 26 años empezó a percibir los primeros síntomas de su sordera. No cuesta imaginar el sufrimiento atroz que debió significar algo tan trágico como la sordera, para un hombre que sólo vivía para la creación musical y la composición.
La enfermedad hizo que su carácter ya de por sí rebelde, se tornará taciturno y desconfiado incluso con los amigos más íntimos, se puede comprender la amargura que sentía al ver como se iba sumergiendo día tras día en un mundo de silencio, sin notas musicales, sin melodías, sin sonidos, sin la armonía de la música que era todo para él.
Llevaba siempre encima unos cuadernos (llamados cuadernos de conversación) y lápiz para poder comunicarse con los demás, pero no todo el mundo tenía paciencia para escribir en ellos o para dejar que leyera sus labios, logicamente esta situación hizo que se encerrara más en sí mismo, creándole una falsa fama de
misántropo.Al problema de su enfermedad se sumaban sus desgraciados amores, sus desavenencias familiares, su aislamiento, su tendencia a la soledad. Pero cuando una persona es grande de mente y de espíritu no se deja vencer por la adversidad, él mismo decía:
"cogeré al destino por la garganta, no podrá doblegarme por completo."Y así fue, se volcó en la composición y creo la obra más grande y extraordinaria que haya podido nacer de un cerebro afligido y torturado. Es admirable e impresionante su inteligencia, su conocimiento de los instrumentos musicales, su sabiduría musical, como sin poder oír las notas que cada músico conseguía arrancar a su instrumento fue capaz de componer la gran obra que creo, la perfecta armonía... y, que triste y trágico debió ser que no pudiera oír su propia música, su creación, ni los aplausos de un público entregado, que representaban la admiración que despertaba su magnífica creación musical.
Sin duda fue un genio al que su enfermedad le hizo sufrir mucho, pero a cambio, le reportó la inmortalidad, y el reconocimiento como
"grande entre los grandes".